Zoheira Rodríguez

DENOMINACIÓN: Técnicas de Estudio y Tecnologías de la Información y Comunicación TÉCNICA: Taller UNIDADES CRÉDITO: S/C CÓDIGO: TET0-TI0

Objetivo General Integrar los conocimientos y destrezas necesarias que permitan autogestionar el aprendizaje efectivo, a través de los recursos de la tecnología informática y de comunicación de manera cooperativa. Contenidos - Control y autocontrol en la regulación de los procesos mentales (percepción, memoria, transferencia, etc,). - Estrategias de aprendizaje significativo. Tareas (naturaleza, contenidos y productos requeridos). Representaciones o modelos conceptuales del conocimiento. Situaciones y escenarios del trabajo en equipo. - Motivación intrínseca. Desarrollo de actitudes positivas para el aprendizaje. - Liderazgo y trabajo productivo. Comunicación efectiva. Qué son las tecnologías de información y comunicación. - TICs como facilitadoras del aprendizaje. Redes, páginas webs, comunidades. Subir y bajar información. Estrategias de búsqueda y respaldo. Plataformas y estructuras de trasmisión del conocimiento. Sincronía y asincronía en la transmisión e interacción con la información. Análisis de contenidos y de las tareas. - Evaluación de demandas y capacidades de aprendizaje. Selección de estrategias para la autogestión del aprendizaje significativo. Conformación de equipos. Análisis de situaciones problemáticas y distribución de tareas. - Manejo y esquematización de la información (mapas conceptuales, generación de wikis, integración de imágenes, etc.). - Interacción compartida en redes, comunidades y demás sitios webs, sincrónicas y asincrónicamente. (Foros de discusión, chats, videoconferencia, entre otros). Cómo se aprende en ambientes virtuales. - Uso práctico de la Internet: chat, correo electrónico, blogs, redes sociales, entre otros recursos digitales, con fines académicos y de investigación. Edición de textos, hipertextos, imágenes, video y audio en soportes electrónicos. Definición Se denominan tecnologías de la información y la comunicación al conjunto de tecnologías que permiten la adquisición, producción, almacenamiento, tratamiento, comunicación, registro y presentación de informaciones, en forma de voz, imágenes y datos contenidos en señales de naturaleza acústica, óptica o electromagnética. Las TIC incluyen la electrónica como tecnología base que soporta el desarrollo de las telecomunicaciones, la informática y el audiovisual. Las tecnologías Las TIC conforman el conjunto de recursos necesarios para manipular la información y particularmente los ordenadores, programas informáticos y redes necesarias para convertirla, almacenarla, administrarla, transmitirla y encontrarla. Se puede reagrupar las TIC según:  Las redes.  Los terminales.  Los servicios. A continuación se analizan las diferentes redes de acceso disponibles actuales: Telefonía fija Banda ancha Telefonía móvil Redes de televisión Redes en el hogar Los terminales Ordenador personal Navegador de internet Reproductores portátiles de audio y vídeo

La creatividad

TALLER DE COMUNICACIÓN COMUNITARIA HABLEMOS DE COMUNICACION TALLER DE COMUNICACIÓN COMUNITARIA. HABLEMOS DE COMUNICACIÓN

Resumen, paráfrasis, ordenamiento y selección de Maurice Brunner, basada en Pasquali, Antonio: Comprender la comunicación. Monte Avila Editores, Caracas, Venezuela, 1978. Alva, Cristóbal: De la comunicación popular a la comunicación comunitaria. UCV, Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Comunicación Social. Trabajo de licenciatura. Caracas, Venezuela, 1990. “Veinticinco tesis para una comunicación alternativa”. Revista Comunicación Nº__. Centro de Comunicación Social Pellín. Caracas, Venezuela, 1982. • La comunicación es una función permanente, esencial e inherente a la naturaleza social de los seres humanos. Es una relación social. La comunicación humana no puede ser asimilada al funcionamiento de los medios de comunicación. La manera técnica en que ellos operan no es adecuada para explicar la profundidad de la comunicación humana. Las modernas y las llamadas nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones sólo han expandido la función humana de comunicarse, ampliando esa capacidad preexistente y facilitando esa función esencial. Sin desconocer que existe una problemática relacionada con el uso y posesión de los medios de difusión, éstos no han engendrado la comunicación ni pueden definirla. El medio no es la comunicación, ni siquiera es el mensaje. Los medios no son más que simples aparatos amplificadores y transportadores de mensajes. • Olvidando por un momento los importantes aspectos históricos, sociales o técnicos de las comunicaciones, el esquema más simple a partir del cual vamos a buscar comprender el fenómeno de la comunicación es el siguiente: EMISOR---------------------􀃆 MEDIO DE COMUNICACIÓN--------------------􀃆 PERCEPTOR • Podemos complicar gradualmente este modelo considerando aisladamente el componente medio de comunicación. Para ello introducimos el concepto de canal. Un canal es un proceso de cualquier tipo que se emplea como soporte para transportar mensajes debidamente codificados. Existen canales naturales, constituidos por los órganos de los sentidos (vista, oído, habla, tacto, gusto), los cuales siempre son el punto de partida y de llegada en el envío y recepción de un mensaje. Y existen canales artificiales, constituidos por cualquier aparato capaz de codificar, transportar y decodificar un mensaje a través de sistemas no naturales de codificación, como por ejemplo el telégrafo y el código Morse. CANAL CANAL CANAL CANAL EMISOR􀃆 NATURAL􀃆 ARTIFICIAL􀃆 ARTIFICIAL􀃆 NATURAL􀃆 PERCEPTOR DE SALIDA EMISOR RECEPTOR DE LLEGADA -----------------------------------------------------------------MENSAJES--------------------------------------------------------------􀃆 • De acuerdo con esto afirmamos que los llamados medios de comunicación no son, en principio, más que canales no naturales capaces de transportar y amplificar mensajes que en realidad tienen su 2 origen y fin en seres humanos. Los medios son en realidad canales artificiales, es decir, simples aparatos o artefactos que extienden la capacidad humana preexistente de comunicarse a través de canales y códigos naturales. • El término comunicación debe reservarse, pues, a la interrelación humana, al intercambio de mensajes entre seres humanos, sean cuales fueren los aparatos intermediarios utilizados para facilitar la interrelación a distancia. Lo esencial de la comunicación es comprender el contenido del mensaje, aunque también sea importante dominar el funcionamiento y lenguaje del medio por el que aquel circula. • La comunicación se produce en varios contextos. Así, podemos hablar, en primer lugar, de la comunicación intrapersonal, que es la que tiene lugar en el interior de nosotros mismos, que somos seres que sentimos, pensamos y actuamos. En segundo lugar debemos considerar la comunicación interpersonal (verbal y no verbal), que es la que ocurre en el entorno ambiental cotidiano e inmediato de las personas y que es un proceso inevitable, necesario y esencial a nuestra condición de seres humanos y sociales. En tercer lugar hay que señalar a la comunicación organizacional, que es la que se produce en los grupos humanos que se constituyen de acuerdo con determinadas estructuras de relación entre sus miembros. En cuarto lugar tenemos que referirnos a la comunicación masiva o de masas, que se caracteriza por el empleo extensivo e intensivo de canales artificiales que permiten la transmisión de mensajes elaborados por pequeños grupos de especialistas, destinados a colectividades de distinto tamaño (muchas veces indiferenciadas), las cuales pueden hallarse más o menos distantes del emisor. Finalmente no podemos dejar de mencionar a la comunicación que se produce en contextos comunitarios, la cual puede emplear tanto medios presenciales de carácter artesanal como medios para la difusión a distancia (semimasivos o masivos) de tecnología ligera o sofisticada. • Desde la invención de la imprenta por Gutenberg hacia mediados del siglo XV la comunicación masiva ha sido empleada históricamente con diversos propósitos o intenciones. Consideramos aquí, en primer lugar, a la “comunicación” dirigida a adoctrinar, a imponer ideas filosóficas, religiosas o políticas, a conformar maneras de pensar, sentir y actuar. Es una “comunicación” asimilable a la propaganda, aunque en muchas ocasiones ella venga disfrazada como “información”. En segundo lugar señalamos a la “comunicación” que se emplea para la venta de productos, la cual se halla totalmente articulada al proceso capitalista de producción, mercadeo y consumo de bienes y servicios. Es la “comunicación” entendida como publicidad. Por último estaría la comunicación orientada a informar, entretener, educar y contribuir al desarrollo de los pueblos, funciones éstas que tradicionalmente les han sido atribuidas a los medios colectivos de comunicación de servicio público en las sociedades más democráticas. ¿Qué otras funciones cumplen los medios en la vida de las personas? • Sin embargo, podemos preguntarnos si el modo en que funciona la llamada comunicación social en nuestras sociedades latinoamericanas responde a las necesidades de las colectividades y personas reales y concretas de nuestra región. Si los medios de comunicación ayudan a la toma colectiva de decisiones importantes. Si ofrecen oportunidades de expresión a todos los sectores de la población. Si proveen ocasiones de diálogo y encuentro. Si estimulan el crecimiento de la conciencia crítica y de la capacidad de participación. Si cuestionan las estructuras sociales y sistemas políticos que no responden a las necesidades básicas y las aspiraciones emergentes de los ciudadanos y ciudadanas. 3 • Es o debería ser bastante obvio que al menos en América Latina y concretamente en nuestro país, los medios masivos o colectivos de “comunicación” no han cumplido, o lo han hecho en un grado muy bajo, con los propósitos y funciones que idealmente están llamados a cumplir. Ello se ha debido a que con frecuencia muchos de ellos responden directamente a intereses económicos y políticos muy concretos. A que no están orientados al bien común y al hecho que muchos sectores, con independencia de su condición mayoritaria o minoritaria, difícilmente pueden hacer uso de su derecho constitucional a la libertad de expresión a través de los medios masivos existentes. Otro factor que atenta contra la necesidad y la posibilidad de que muchas comunidades, sectores, organizaciones y movimientos expresen e intercambien libremente sus ideas y demandas es la inexistencia o insuficiencia cuantitativa y cualitativa de medios para que lo hagan. Como reacción ante todos estos hechos y necesidades surge en América Latina lo que por ahora vamos a denominar la “otra” comunicación. • En la década de 1960 América Latina vivía una situación prerrevolucionaria. Al mismo tiempo, las primeras investigaciones críticas de los sistemas de comunicación en nuestros países, llevadas a cabo desde mediados de esa misma década, denunciaban el papel conservador que ellos cumplían de los órdenes económicos, sociales, políticos y culturales injustos y opresivos que predominaban en América Latina. Los medios masivos de entonces, estrechamente ligados al igual que hoy a las clases dominantes, no sólo no daban cabida a las ideas y propuestas de los partidos reformistas o revolucionarios (estos últimos por lo general vanguardistas) que sustentaban proyectos de orientación socialista o comunista, sino que además las combatían con recursos opuestos a la más elemental ética comunicativa. Para dar respuesta a esta situación surgieron las estructuras y los medios de agitación y propaganda, directamente ligados a los sindicatos, organizaciones sociales y partidos de la izquierda latinoamericana. A través de ellos se difundían mensajes de contenido e ideología opuestos a los de los medios y órdenes sociales dominantes, aunque hay que reconocer que en tanto en su forma como en su estilo de relación con los perceptores, estos medios no diferían demasiado de la verticalidad, unidireccionalidad y el autoritarismo propios de los grandes medios oficiales o privados. • A lo largo de la década de 1970 y durante la primera mitad de la década de 1980 la mayoría de los países latinoamericanos vivió bajo el yugo de dictaduras militares regidas por la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional. Los partidos, sindicatos y organizaciones sociales distintos a los creados o tolerados por los regímenes militares fueron reprimidos, disueltos e ilegalizados y con ellos desaparecieron también sus medios de comunicación. Algunos de ellos pasaron a la clandestinidad y otros se refugiaron bajo los paraguas protectores de las iglesias o de las Organizaciones no Gubernamentales de Derechos Humanos, asistencia social o desarrollo. La comunicación popularalternativa se hizo clandestina o encubierta y se orientó a la resistencia contra las dictaduras y a la lucha por recuperar las libertades y la democracia. • Las aperturas democráticas producidas en la región a partir de mediados de la década de 1980 permitieron la normalización de la vida política. Muchos exiliados regresaron a sus países. Al calor de los procesos de educación y organización promovidos y desarrollados en ámbitos eclesiales adscritos al Movimiento Latinoamericano de la Teología de la Liberación y en las organizaciones de Derechos Humanos, resurgieron y surgieron movimientos y organizaciones sociales de todo tipo. Junto con el Movimiento Latinoamericano de Educación Popular impulsado por -entre otros- las prácticas e ideas del conocido educador brasileño Paulo Freire, se desarrolló también el proyecto de 4 la Comunicación Popular, uno de cuyos principales propulsores regionales fue el comunicador educativo de origen uruguayo Mario Kaplún. • Los movimientos sociales pueden ser definidos como una red interactiva de individuos, grupos y organizaciones que, dirigiendo simultáneamente sus demandas tanto a la sociedad civil como a las autoridades, intervienen con cierta continuidad en los procesos de cambio social mediante el uso preferente de formas no convencionales de participación. Algunos movimientos intervienen en el proceso de cambio social buscando influir sobre todo en la redistribución y ejercicio del poder y desafiando a las estructuras institucionales constituidas. Son los movimientos que enfatizan en la acción sociopolítica. Otros se orientan preferentemente al ámbito de la cultura, esto es, al sistema de creencias, valores, roles sociales, y códigos culturales. Éstos, los movimientos que enfatizan en lo sociocultural, recurren sobre todo a una acción de tipo expresivo y buscan transformar los esquemas de conocimiento y comportamiento de los individuos. La mayoría de los movimientos combina elementos de los dos tipos de intervención, y ambos emplean extensivamente –aunque con énfasis diferentes- a la comunicación y los medios como parte de su repertorio de formas de acción. • Sólo Venezuela y otros tres países latinoamericanos (Costa Rica, Colombia y México) lograron escapar, por distintos motivos, de los regímenes de Seguridad Nacional que padecieron los demás países de la región. En esos cuatro países los procesos de organización, educación y comunicación popular pudieron desenvolverse con más libertad, aunque hubieron de enfrentarse a la hegemonía política e ideológica ejercida por partidos populistas y clientelares, generalmente de orientación socialdemócrata y socialcristiana. Estos partidos mantenían colonizadas a las sociedades civiles de sus respectivos países, impidiéndoles su desarrollo autónomo. Mientras esto ocurría, los partidos y sindicatos de izquierda se debatían en procesos de constante atomización y de ausencia de proyectos de cambio claros. No obstante, desde finales de la década de 1970 y sobre todo durante la década de 1980 en los países no sometidos a dictaduras militares –como Venezuela- surgieron numerosos aunque insuficientes grupos, organizaciones y movimientos populares y sociales de carácter autónomo que impulsaron iniciativas y desarrollaron prácticas de educación y comunicación popular. • En esos años, la educación y la comunicación popular eran generalmente asumidas como prácticas que formaban parte del proceso de gestación de un nuevo sujeto histórico de la transformación sociopolítica. Ese nuevo sujeto histórico que se buscaba era pueblo consciente (de su condición de clase (popular) y organizado en múltiples organizaciones autónomas, las cuales debían converger progresivamente hacia un proyecto transformador de alcance nacional, capaz de llegar a tomar legalmente el poder del Estado para ponerlo al servicio de sus intereses y de un modelo de desarrollo justo, participativo y democrático. Este proyecto tenía diferencias no sólo con el que sustentaban los partidos tradicionales populistas y clientelares (en los que el pueblo era considerado una “masa” anónima e informe), sino también con el que asumían algunos partidos de izquierda de orientación vanguardista y foquista (para los que el sujeto de la revolución era la vanguardia de la clase obrera). Por otra parte, para las organizaciones autónomas emergentes, la comunicación y los medios que empleaban en ella, más que alternativas ante los grandes medios, eran herramientas de apoyo para sus procesos organizativos, para educar a las comunidades, para comunicarse con éstas y para que los distintos sectores de ellas se comunicaran entre sí. • Paralelamente comenzaron a surgir en nuestro país diversos movimientos sociales: feministas, ambientales, de producción social, de Derechos Humanos, vecinales, de salud popular, educativos, 5 de reforma institucional, entre otros. Para muchos de estos movimientos las contradicciones de clase no eran tan centrales. Sin necesariamente dejar de admitir o dejar de lado los problemas derivados de la contradicción existente entre el capital y el trabajo, estos movimientos se plantearon buscar cambios y reivindicaciones en otras esferas donde también se expresaban importantes conflictos sociales. • Uno de esos movimientos fue el que se propuso intentar cambiar el sistema comunicacional predominante en el país. Este movimiento surgió de las academias (universidades y centros de investigación) y de algunas instancias internacionales como la UNESCO. En general puede decirse que tuvo escaso éxito práctico debido a su carácter elitesco, aunque hay que decir que sus intenciones y propuestas eran coincidentes con las de quienes desde las bases sociales impulsaban prácticas de comunicación popular o liberadora. Se suele admitir que el término “comunicación alternativa” surgió, como explicación y como proyecto, de estos actores ligados a las universidades. Sin embargo, muchos actores de iniciativas de comunicación de base comenzaron a emplear el término “alternativo” para designar las variadas prácticas que desarrollaban. El tipo de comunicación y los medios que fueron impulsados desde estos movimientos enfatizaban en que ellos llegaran a constituirse en alternativas reales a los grandes medios para disputarles a éstos, en su propio terreno, la hegemonía que detentaban. En aquel tiempo se produjo una amplia y larga discusión acerca de si se trataba de “medios alternativos” o de “uso alternativo de los medios”. • El comunicador educativo venezolano Cristóbal Alva ha propuesto el siguiente itinerario, más o menos cronológico, del desarrollo de la “otra” comunicación en América Latina: 􀂾 Agitación y propaganda. Concepción de la información empleada por los partidos, sindicatos y organizaciones de la izquierda radical con el propósito de subvertir el ordenamiento socioeconómico y político capitalista burgués. 􀂾 Comunicación grupal-liberadora. Caracterizada por el uso de medios presenciales y grupales destinados a crear conciencia crítica ante una realidad social injusta y opresiva. 􀂾 Comunicación de base-participativa. Desarrollo de medios propios de doble o múltiple vía desde la bases organizadas de la sociedad para la comunicación entre sus distintos núcleos. 􀂾 Comunicación alternativa. Las academias estudian las formas de comunicación de los grupos y movimientos populares en busca de potenciar el surgimiento de medios capaces de cambiar el orden comunicativo vigente. 􀂾 Comunicación alterativa o subterránea. Comunicación “beligerante” que ataca los símbolos sistema buscando subvertir los supuestos culturales sobre los que se basa. 􀂾 Comunicación popular. Propuesta que, valorizando y partiendo de las formas espontáneas de la comunicación de los sectores populares, busca convertirlos en sujetos tanto del proceso de la comunicación como de un cambio sociopolítico general acorde con sus intereses de clase, mediante estrategias de participación, organización y educación. 􀂾 Comunicación comunitaria. Desarrollo de la participación comunicativa de los ciudadanos y ciudadanas en el marco de una democracia real. “Es una dimensión del quehacer de las organizaciones comunitarias que comprende modos de expresión y significación que se 6 desprenden de su discurso y práctica concreta, a través de la cual se persigue propiciar situaciones de participación y aprendizaje, fortalecer la organización, y proyectar los mensajes y planteamientos de las comunidades y de sus organizaciones dentro y fuera de las mismas”. Veamos como el Centro de Comunicación Social “Jesús María Pellín”, uno de los colectivos que propuso en Venezuela el proyecto de la comunicación alternativa y que estaba ligado tanto al campo académico como al popular, conceptuó dicha comunicación a comienzos de la década de 1980: 25 TESIS PARA UNA COMUNICACIÓN ALTERNATIVA 1. Vivimos en una sociedad mal estructurada, dislocada por una injusticia estructural. Es preciso revolucionar el sistema social vigente, que no posibilita –incluso impide- el desarrollo humano de las mayorías latinoamericanas. 2. El sistema de comunicaciones vigentes en un reflejo de ese sistema social global injusto y, al mismo tiempo, opera como factor clave para la estabilidad del mismo. 3. La práctica de ese sistema de comunicación vigente trata de justificarse a sí misma por medio de una teoría de la comunicación social (investigación y docencia) que se presenta como natural, científica, universalmente válida...sin serlo. 4. Es preciso elaborar una teoría alternativa de la comunicación social para nuestros pueblos oprimidos (por “imperios” o por clases sociales); teoría que -más allá de las denuncias necesarias- facilite una comunicación libertaria (“alternativa”) que pueda, a su vez, operar como factor de cambio social. 5. Una mala interpretación de la teoría marxista ha llevado a algunos investigadores latinoamericanos a pensar que un nuevo sistema de comunicación sólo llegará después y como resultado de un cambio sociopolítico global. Esto explica que, por mucho tiempo, no se elaboraran, a este nivel, sino denuncias de un sistema de comunicaciones opresor. 6. Lo anterior es, en nuestra opinión, equivocado porque los factores “estructurales” (ni en el pensamiento de Marx ni en la práctica experimentada) determinan automáticamente a los factores “superestructurales”. Ello es erróneo, concretamente, por lo que respecta a la comunicación social. 7. En consecuencia, pensamos que es posible y necesario hoy, a nivel teórico y a nivel práctico, desarrollar un sistema “alternativo” de comunicación social. Ello es lo que desde hace tiempo se viene llamando “comunicación alternativa”. 8. Es necesario precisar bien la definición de “comunicación alternativa” para evitar ambigüedades que la desnaturalizan. 9. La comunicación alternativa supone, como condición negativa, el rechazo fundamental a la estructura comunicacional vigente. Rechazarla no supone, por supuesto, ignorarla. 7 10. No se debe confundir comunicación alternativa con comunicación grupal. 11. La comunicación alternativa no está caracterizada propiamente por el uso de los “micromedios”. 12. La expresión “comunicación de base” para caracterizar a la comunicación alternativa no está exenta de ambigüedad. Lo mismo ocurre con la expresión “comunicación popular”. 13. Una teoría de la comunicación alternativa no puede prescindir de la teoría de las clases sociales. En concreto, el agente (emisor-receptor) de la comunicación alternativa es “el conjunto de las clases subalternas e instrumentales sometidas a la dominación económica, política y cultural de las clases hegemónicas dentro de una determinada sociedad”. 14. Es de fundamental importancia subrayar que esas clases populares, así caracterizadas, no se definen exclusivamente por su posición en las relaciones sociales de producción (condición necesaria, pero no suficiente), sino también por sus respectivos sistemas de identificación cultural. 15. Ese conjunto de clases populares dista mucho de constituir una realidad sociológica o culturalmente homogénea, pese a tener como común denominador una situación de dependencia y subalternación con respecto a las clases dominantes. Esto es particularmente válido en América Latina, donde las clases arcaicas y preindustriales coexisten con clases subalternas “modernas” ligadas al desarrollo industrial, como el proletariado y subproletariado urbano y rural. 16. Cualquier proyecto de comunicación alternativa debe comenzar por distinguir subgrupos y subculturas dentro del vasto ámbito de lo popular (tal como ha quedado definido en el numeral 13); sin olvidar –eso sí- que el reconocimiento de la situación de clase de un grupo determinado debe preceder a la individuación descriptiva del grupo empíricamente considerado. 17. Una vez definidos los agentes de la comunicación alternativa, se impone descubrir o ayudar a poner de relieve sus respectivas estructuras comunicacionales autóctonas y rescatar sus códigos culturales. El reencuentro consciente con esos códigos servirá, de paso, para que el pueblo sepa tomar distancia de los códigos impuestos por las clases hegemónicas. 18. Es de vital importancia reconectar las formas comunicativas con la práctica de las masas populares y ligar el fenómeno cultural con la vivencia de sus luchas diarias. Por esta razón, la incidencia del “intelectual” en este proceso, siendo seguramente necesaria, es delicada y, en todo caso, solamente instrumental. Es el pueblo, con su creatividad, el único actor y gestor de su práctica comunicacional y cultural. 19. Existe o debe existir una íntima conexión entre los procesos de comunicación alternativa o popular y los procesos de educación concientizadora, liberadora. 20. En estrecha relación con lo anterior, las nuevas formas de comunicación deben ser vínculos de organización y de movimientos populares. 8 21. En todo lo anterior pensamos subyace con claridad que la comunicación alternativa es un instrumento (no el único, naturalmente) de la lucha popular contra el poder opresor. La comunicación -siempre y en cualquier parte, pero de manera dramática hoy y aquí- es un problema político. 22. A este nivel de estructura nueva de poder emergente, la comunicación alternativa será posible en la medida que sea capaz de generar un nuevo modelo comunicativo, que no solamente deberá encontrar una tecnología de emisión y de producción propias, sino también un nuevo estilo, un nuevo lenguaje y más aún, el interés por unos objetos y unos aspectos de la realidad, olvidados o marginados por la comunicación “poderosa”. 23. El empeño en ir construyendo un sistema de comunicación alternativa no supone en ningún caso separarnos de la tarea de un análisis crítico de los mensajes, de las estructuras de poder y de otros aspectos de la comunicación dominante. Sería lamentable que –a la búsqueda de alternativas comunicacionales a los medios de masas y al sistema en que operan- no advirtiéramos que la lucha ideológica es también y todavía una lucha por la lectura crítica y de clase de los contenidos manipuladores. 24. La prioridad dada a la construcción de un sistema alternativo de comunicación social, tampoco supone en manera alguna abandonar el trabajo por lograr una “Política Nacional de Comunicación” o el trabajo por la democratización de los medios de masas que operan como piezas clave dentro del sistema comunicacional vigente. 25. La última tesis es sólo una pregunta: ¿Cuál es el papel que estaría llamado a cumplir el comunicador social profesional en la creación y desarrollo de un nuevo sistema de comunicación social alternativa? Propuesta de Trabajo: 1. Leer este documento completo en pequeños grupos. 2. Releerlo y discutirlo punto por punto, aclarando dudas, y señalando y registrando acuerdos y desacuerdos. 3. Prestar especial atención a los aspectos de la realidad o del discurso cuya vigencia sea discutible. Registrarlos, planteando los puntos de vista y conceptos alternativos que orientan (o pueden orientar) nuestra práctica actual.


Perspectivas de la Educación para los Medios en Venezuela Lic. Maurice Brunner Seco 


En Venezuela, al igual que en la mayoría de los demás países de América Latina, las prácticas de lo que en los últimos años se viene conociendo como Educación para los Medios o Educación para la Comunicación han estado generalmente circunscritas, al menos hasta hace poco tiempo, a experiencias aisladas, discontinuas y de carácter no formal, surgidas desde y desarrolladas por instancias eclesiales católicas, organizaciones no gubernamentales, instituciones culturales y académicas públicas o privadas y, en menor medida, por algunos organismos estatales o paraestatales de atención a la infancia. Aún cuando hay evidencias de la existencia de prácticas proto-educomunicativas desde tiempos tan remotos como la década de 19501, las experiencias venezolanas más sistemáticas de Educación para los Medios (en adelante, EPM) datan de la década de 1970 y, sobre todo, de la década de 1980, período este último durante el cual se produjo cierto florecimiento del arte. En los últimos años, tras casi una década de latencia activa y atenta a lo que en este sentido ocurría tanto en la región latinoamericana como en el resto del mundo, en Venezuela asistimos, gracias a un conjunto de factores de los que daremos cuenta en el presente artículo, al resurgimiento del interés y la preocupación colectivos por la EPM. El principal factor desencadenante de este renovado interés proviene sin duda del hecho que, desde su promulgación en 1998 y su entrada en vigencia en 2000, la EPM figura en el articulado de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (en adelante, LOPNA)2. En efecto, esta novísima y avanzada Ley, basada en los principios y en la doctrina que subyace a la Convención de los Derechos del Niño adoptada por la ONU, establece en su Artículo 69º que el Estado venezolano debe garantizar a los niños y adolescentes educación dirigida a prepararlos y formarlos para recibir, buscar, utilizar y seleccionar apropiadamente la información adecuada a su desarrollo. Esto se traduce, por una parte, en la necesidad de incorporar la “Educación Crítica para los Medios” a los planes y programas de las áreas curriculares de la educación formal y, por otra, en el propósito de garantizar a todos los niños, jóvenes y sus familias programas educativos de carácter no formal en esta área interdisciplinaria del conocimiento y la práctica socioeducativa. Se debe hacer notar que el Legislador de la LOPNA no consideró a la EPM como la única medida a instrumentar para prevenir y combatir los efectos indeseables o perjudiciales que algunos contenidos mediáticos ocasionan a los niños y adolescentes. De hecho, en los artículos 65º al 80º los progenitores colectivos de esta Ley establecieron o dejaron sugerida una completa serie de principios y de medidas muy concretas en relación con la información, las comunicaciones, el entretenimiento y la expresión, que se orientan a asegurarle a la infancia y la juventud venezolanas un avanzado conjunto de garantías, derechos y medidas de protección ante las influencias negativas de los mensajes que transmiten tanto los tradicionales como los más modernos medios masivos de difusión. Entre las medidas de política concebibles a partir de lo establecido en la LOPNA se cuentan: a) la promulgación de leyes, reglamentos y normas de obligatorio cumplimiento por parte de la industria cultural, informativa y comunicativa; b) la formulación, actualización y puesta en práctica de códigos deontológicos de cumplimiento voluntario por parte de los comunicadores sociales; c) la promoción de acuerdos de auto-regulación con los dueños de las empresas de información y comunicación; d) el estímulo a la producción y difusión mediática de la más alta calidad, en lo que los medios gestionados por el Estado deben dar el ejemplo; e) el impulso a la participación comunicativa de los niños y adolescentes; f) la potenciación de la organización de los usuarios de los medios como actores sociales de peso y con capacidad de monitoreo y cambio; y, finalmente, g) el diseño e instrumentación de un plan nacional de EPM. Como se observa, todo un programa integral de aseguramiento de garantías, derechos y medidas de protección para la infancia y la juventud venezolanas en su relación con la expresión, la información, las comunicaciones y el entretenimiento. Son muchos y gruesos los retos sociales que en Venezuela debemos enfrentar y superar para dar cumplimiento y poner en vigor los derechos y medidas de protección que la LOPNA consagra en la materia que nos ocupa. Entre ellos se impone superar la incoherencia y la dispersión que caracteriza a la normativa legal vigente en relación con la programación y ciertos contenidos de los medios, la cual se encuentra inventariada en el Artículo 208º de la nueva Ley Orgánica de Telecomunicaciones3. Esta es una tarea social a la que la Asamblea Nacional y el Consejo Nacional de Derechos del Niño y del Adolescente -entre otros organismos públicos, privados y sociales- deben abocarse con prontitud. Mientras ello ocurre, debe promoverse la creación, actualización y puesta en práctica de códigos de ética y conducta en el sector profesional de la información y las comunicaciones, así como la celebración de acuerdos de auto-disciplina con los dueños y gerentes de los medios masivos de difusión. La incorporación de la EPM a los planes y programas de las áreas curriculares de la educación formal supone un complejo plan aparte que inevitablemente debe ser instrumentado en varias etapas, dada la escasa experiencia previa que en este sentido tenemos en Venezuela. De entrada pensamos que se requiere establecer una sinergia entre todos los actores involucrados en esta misión: el Sistema Nacional de Protección del Niño y del Adolescente debe hacer un esfuerzo de coordinación intra-institucional para involucrar a todos sus órganos en el proceso, mientras que las distintas instancias del sector público concernidas deben celebrar convenios de coordinación y cooperación interinstitucional que aseguren el concurso de todos los enfoques, potencialidades y recursos de que dispone el Estado. Aparte de los acuerdos internos a los que también puedan llegar tanto el sector privado como el sector no gubernamental, pensamos que se impone promover una estrecha alianza entre éstos y el sector público para que en Venezuela la EPM logre un desarrollo armónico, plural y democráticamente participativo. Finalmente, dado el atraso que nuestro país objetivamente arrastra en el tema y el tamaño de la brecha que hemos de superar, se debe hacer un significativo esfuerzo para intentar movilizar y atraer la cooperación bilateral e internacional disponible, especialmente con los países y organismos internacionales que cuentan con experiencia en la incorporación de la EPM a la educación formal. A lo interno debemos concentrarnos, en primer lugar, en poner los fundamentos para la construcción del edificio. Esto incluye la recensión del conocimiento nacional e internacional disponible y la producción de nuevo conocimiento autóctono en la materia que responda a nuestras realidades. Para ello se debe fortalecer a las instituciones potencialmente capaces tanto de producir investigación como de formar a la generación de investigadores-docentes que, a su vez, será la llamada a capacitar a los facilitadores, maestros y profesores que aplicarán y multiplicarán los programas. Pensamos también que un fuerte, activo y creativo movimiento social debe ser promovido alrededor de la EPM en por lo menos los siguientes sentidos: a) atraer la atención pública hacia el tema; b) generar y mantener el consenso social acerca de la necesidad de incorporar la EPM a la educación formal; y, c) involucrar y comprometer a nuevos y crecientes autores, actores y agentes sociales en las variadas tareas que supone el desarrollo e implantación de la EPM en todos los ámbitos del quehacer académico y socioeducativo. En otra fase deberá ejecutarse un programa de estímulo a variadas iniciativas piloto que permita el ensayo y evaluación de los diversos enfoques, metodologías y materiales educativos en curso tanto en Venezuela como en el exterior. Todo ello permitirá avanzar hacia el diseño de un currículo nacional básico en cuyos fundamentos normativos, teorías subyacentes, métodos y didáctica deberá formarse a los facilitadores, maestros y profesores aplicadores, quienes sin duda son la pieza clave de todo el plan. Para ello deberán tomarse también medidas de creación y fortalecimiento institucional en las universidades, facultades e institutos de investigación de la educación y las comunicaciones, en los centros de mejoramiento y actualización del magisterio y en las unidades de producción didáctica. Consideramos que sólo una vez cumplidos los pasos de cada una de estas etapas o fases preliminares estaremos en condiciones de comenzar a aplicar los programas de EPM en los distintos subsistemas del sistema educativo nacional. Nos parece que tanto en esta materia, como en cualquier otra que deba ser incorporada a los planes y programas de las áreas curriculares formales y no formales del sistema, ha de evitarse el apresuramiento y improvisación que sólo acarrean –como se ha visto en algunas experiencias del pasado- caos y resistencia al cambio y a la innovación entre los sujetos centrales –educadores y educandos- de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Si bien es cierto que la LOPNA le ha abierto una estelar oportunidad política al desarrollo de la EPM en Venezuela -situación que todos los interesados en su implantación debemos aprovechar con inteligencia y sagacidad- no lo es menos, en nuestra opinión, que en el horizonte se atisban un conjunto de factores que podrían atentar contra este propósito. En efecto, la coyuntura venezolana se caracteriza por una fuerte pugnacidad ideológica y programática entre el gobierno, por un lado, y, por el otro, las oposiciones políticas, los medios de difusión y las más poderosas organizaciones de la sociedad civil, entre las cuales se cuentan los empresarios organizados, los sindicatos y la Iglesia católica. El gobierno del presidente Hugo Chávez se queja agriamente de la existencia de un asedio mediático orquestado claramente orientado, en el mejor de los casos, a minar el amplio apoyo popular gracias al cual llegó al poder y, en el peor, a crear las condiciones para sacarlo del mismo. Los medios -tanto como otros factores de la oposición política y de la sociedad civil- se quejan, por su parte, de las constantes agresiones verbales y escarnios públicos que reciben del jefe del gobierno y el Estado en sus frecuentes y largas alocuciones, transmitidas mediante cadenas nacionales de radio y televisión. Otro ejemplo de la pugnacidad reinante es el debate en curso en torno a la nueva Ley Orgánica de Educación, el cual sido escenario de enfrentamientos entre el gobierno, que busca instaurar una educación crítica en la que el Estado recupere su debilitado papel rector y supervisor, y los variados sectores que se congregan en la llamada Asamblea Nacional de Educación, la cual ha venido denunciando la supuesta intención del primero de ideologizar y partidizar la enseñanza. En un contexto como el esbozado no es difícil anticipar que la incorporación de la EPM a educación formal podría correr el riesgo de quedar atrapada, por un lado, entre quienes desde el gobierno pudieran sentir la tentación de manipularla como instrumento de propaganda o de enfrentamiento ideológico con las oposiciones y los medios4, y, por el otro, entre quienes desde estos últimos sectores puedan rechazar a priori y de manera irracional cualquier intento serio que desde el Estado se haga por implantar la EPM en el sistema educativo argumentando supuestos peligros de totalitarismo ideológico. Si logramos sustraer la implantación de la EPM de éste y otros peligros que la acechan, y conseguimos afianzarla sólidamente en el Estado, la sociedad y las familias de Venezuela, abriremos para nuestros niños y jóvenes una ancha avenida sin retorno por la que podrán transitar libremente el conocimiento crítico y la apropiación creativa tanto de los antiguos como nuevos medios de información, comunicación y entretenimiento. Notas 1 Con la creación -por iniciativa de la pionera crítica de cine Amy Curvoisier- de la primera sala de cine de arte y ensayo, de los primigenios cineclubes y del Círculo de Cronistas Cinematográficos de Venezuela. 2 Los interesados pueden encontrar su texto completo en: http://comunidad.derecho.org/pantin/nino.html 3 Esta Ley reguladora del sector de las telecomunicaciones, promulgada el 12 de julio de 2000, a escasos meses de la aprobación y entrada en vigencia de la nueva Constitución de la República, evitó normar la programación y los contenidos mediáticos, manteniendo la vigencia tanto del inconexo archipiélago de decretos, resoluciones y reglamentos específicos vigentes, en algunos casos desde 1959, como de las disposiciones previstas en materia de contenido de transmisiones y comunicaciones cursadas a través de los distintos medios de telecomunicaciones en por lo menos otras cuatro leyes orgánicas y una ley especial. Correspondería ahora a la Asamblea Nacional, mediante un proceso social participativo amplio y plural, redactar y promulgar una moderna ley de regulación de la programación y de ciertos contenidos de las transmisiones y comunicaciones mediáticas que permita superar el caos normativo actual. El texto completo de la LOT se encuentra en: http://www.conatel.gov.ve/ns/index.htm 4 Sin embargo, en el ámbito y los escenarios propios de la lucha ideológica y de la formación y la información político-partidista, nada impide -y es incluso conveniente- que se propicien y difundan análisis críticos de los distintos usos pseudo-informativos y propagandísticos de los medios.

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